mejor no
Hacia otra brisa nocturna
Gonzalo Retamal | Talca, Chile
jueves, 26 de junio de 2025
sábado, 3 de mayo de 2025
Este pasillo llamado Chile
(Reseña publicada en FilmAffinity)
“Denominación de origen” plantea su conflicto explícito entre San Carlos
y Chillán, dos ciudades del centro-sur de Chile, la primera de unos
50.000 hábitantes y la segunda algo más grande. Yo vivo a unos 90
minutos en auto al norte de San Carlos, pero nunca la he visitado. Más
al sur está Chillán, una ciudad más parecida a la mía en dimensiones y
que he visitado solo una vez. Pero sancarlinos y chillanejos (aunque el
DLE diga chillanense) sí he conocido bastantes y, a pesar de que cada
ciudad o pueblo tiene su logro distintivo, su pasión particular y unas
cuantas palabras extrañas, no difieren mucho de un talquino como yo o de
cualquier chileno provinciano. Y en toda provincia chilena hay
disputas. Peleas del pueblo chico contra el menos chico, recelos de
hermano menor contra el mayor.
Chillán es conocida por sus longanizas, las mejores de Chile, que
mezclamos con guisos y estofados y usamos para hacer un choripán (pan
francés, longaniza y, ojalá, pebre). Hasta que esta película llega y nos
revela que las mejores-mejores, las originales, realmente son las de
San Carlos. Y así parte esta historia: en el año 2018 se organizó un
concurso de longanizas en Chillán y la ganadora fue la fabricada como
método de reinserción laboral por un centro penitenciario. La
celebración no duró mucho: hubo un error. El centro era de San Carlos y
según las bases solo podían participar empresas chillanejas. Les
quitaron el premio.
Alguien tenía que hacer justicia y reivindicar a los sancarlinos. Un
grupo de personas con coraje, con pasión y que no tuviera nada que
perder. Ese grupo es nuestro cuarteto protagonista, héroes carismáticos e
improbables. Luisa, una entusiasta activista social de un barrio que
podría ser cualquiera en Chile; DJ Fuego, un joven que vive de la
autogestión precaria para levantar sus proyectos musicales, audivisuales
y económicos; el Tío Lelo, fabricante de longanizas, viejo campesino
que cree que aún no es tarde para aprender a leer; y Juan Peñailillo, un
abogado relajado, algo vulgar y algo fracasado que ve en esta misión un
camino para recuperar su reputación. Juntos preparan el plan de
conseguir la “denominación de origen” para la longaniza de San Carlos.
Para que sea reconocida como la mejor deben ganarle a Chillán, pero no
es tarea fácil. La película va relatando en clave documental (¿lo es?)
no solo las peripecias del grupo y su intento de organizar a todos los
fabricantes de longanizas de la comuna, sino también la realidad de una
provincia chilena cualquiera, su precariedad e incluso pobreza, la
burocracia de sus instituciones, y diversas situaciones que se pueden
dar en un pueblo así: los intereses, las tensiones, los dolores, el
humor, la picardía (que nuestro futbolista Gary Medel bautizó como
“chispeza” chilena).
“Denominación de origen” es una comedia, y no una liviana, ligera o
simplemente efectiva como han dicho algunos críticos extranjeros. Tal
vez porque no saben lo dulce y agraz del retrato que hace de estas
personas que todo chileno ha conocido en su vida. Es una comedia
exquisita, como las longanizas y los choripanes, que ocupa las teclas
precisas para desbordar en risas sin burlarse ni ridiculizar, que abarca
el absurdo y el humor negro haciéndolo siempre con cariño y respeto por
las personas que retrata. Nos hace partícipes y cómplices de la
historia. Queremos conocerlos, hablar y “carretear” con Luisa, Tío Lelo,
DJ Fuego y Peñailillo. Porque no son actores profesionales haciendo un
papel más: son sancarlinos, chilenos, narrando su propia historia.
Ni es una comedia ligera ni es tan solo una comedia. También es un
drama, y, como los buenos, sobre la condición humana. Sobre qué es lo
que nos mueve (de forma consciente e inconsciente) y sobre el absurdo de
la vida que a veces enfrentamos. Pero, en este caso, es una condición
humana más particular: “Denominación de origen” muestra una buena parte
de lo que se siente ser chileno, sobre todo uno de fuera de la capital.
No es solo nuestra forma de hablar, nuestros sabores y olores, o la
música de los barrios y del campo. Es una forma de ser, una manera de
agachar la cabeza y volver a levantarla. Esa gracia que aparece al
reírse en la desgracia. Esa manera triste de sentirse poca cosa o de
aceptar dignamente el destino cruel. La extraña necesidad de que venga
alguien de fuera a decirnos que sí, que somos buenos en algo, o esa
mezcla rara de complicidad y desconfianza en nuestro trato. Tal vez
también esa necesidad ineludible de identidad y pertenencia, que se
filtra hasta en la propia lectura que estoy haciendo, como muchos, de
esta película.
Vivimos atrapados entre el blanco de una cordillera monumental y el azul
abismante del Pacífico. La tierra se retuerce cada ciertos años. El
paisaje nos obliga a la humildad, a la cautela, al miedo, a la esperanza
y a veces a la resignación. Somos pequeños, sí, pero a ratos queremos
ser gigantes. Más grandes que Chillán. Y cuántas veces hemos fallado esa
tarea y volveremos a fallar. A veces mejor ni intentarlo. Esta historia
es la de cuatro chilenos que quisieron hacer algo por su pueblo y por
ellos mismos. Contaban con poco más que una pasión, que más que una
pasión parecía una forma de sobrevivir, una forma de hacer amigos, de
hacer comunidad. La última esperanza para levantarse juntos y, en caso
de volver a caer, caerse juntos también. Porque quizás cuando en el
trailer una longanicera le pregunta a Luisa por qué está liderando esta
lucha si ella no fabrica longanizas, estamos viendo la pregunta
fundamental a la que todo en esta película busca dar una respuesta.
“Denominación de origen” es la película más chilena que he visto. Es el
sello de nuestra “denominación de origen” como país. Y es una gran, gran
película. Casi todo chileno compartirá eso último y, ojalá, estas
líneas sirvan para que quien la ve desde afuera se adentre con el
contexto y la perspectiva necesarias. Imperdible.
domingo, 26 de enero de 2025
La velocidad de las nubes
Un feto de elefante o la caricatura de un cóndor. Un dinosaurio de seis patas. Se transforma, se desmembra, se deshace, flota por unos segundos en una estado intermedio. Como un algodón de vapor dulce, finas hebras bañadas de sol. Contrasto esa nube amorfa, melena canosa sin cuerpo, con los vellos negros de mi brazo que estoy usando de almohada. Acostado en la cama de mis padres, los vellos acá y las nubes allá lejos, tras las huellas de mi sobrino marcadas en la ventana, atravesadas por los rayos del sol que estoy intentando ignorar. Escucho el viento golpear la cortina, el rumor suave del mar rompiendo en la arena. Lo contrasto con la velocidad de las nubes. Se mueven más rápido que el mar, las cortinas y las hojas verdes, pero, de alguna forma, más lento también. La nube principal parece un gran incendio y las pequeñas son el humo que va exhalando. Estoy pensando en que quisiera moverme como esas nubes, veloces pero tranquilas, mudas, cuando escucho acercarse a mi sobrino en su escúter.
- ¿A qué hora vamos a la playa?
No importa la hora que le diga ni en cuántos minutos, porque aún no afina esas nociones. No lo puede contrastar. Un día le pregunté qué edad creía que tenían sus abuelos y todos reímos con las respuestas, hasta él. Solo importa si iremos ahora a la playa o no, así que sí, vamos. Al tiro. Veloz, tranquilo, como un ninja sabio, como un viejo en paz. Hasta que la marea alcance el castillo y el balde, o hasta que el calor y las nubes se escondan bajo la noche y la brisa se vuelva ciega. Mañana estará el mismo sol, las mismas nubes. Mi sobrino será un día más niño, yo un día más viejo y, espero, más en paz.
Fast car - Tracy Chapman (traducción)
jueves, 9 de enero de 2025
Reseña: DeBÍ TiRAR MáS FOTos - Bad Bunny
Su mejor disco: fiesta, historia, comunidad
(Escrito originalmente en https://rateyourmusic.com/release/album/bad-bunny/debi-tirar-mas-fotos/)
Después de Nadie sabe lo que va a pasar mañana,
Bad Bunny quedaba libre para su siguiente movimiento. Ese trabajo era
la respuesta a los fanáticos que le recriminaban haberse alejado del
trap: "ahí tienen 20 canciones, ahora déjenme avanzar" (yo no soy rey del trap, tampoco un dios del trap, yo soy Bad Bunny, soy más grande que el trap). Creí, con gusto, que lo que venía era lo más cómodo, el "Un verano sin ti pt. 2", porque la fórmula funcionaba en lo musical y en lo comercial. La otra opción menos probable era lo que terminó siendo DeBÍ TiRAR MáS FOToS:
una declaración artística, reflexiva y ambiciosa; la expansión de esos
atisbos de exploración artística que ya habíamos visto a lo largo de su
carrera.
Desde la genial portada y el título metafórico,
Benito nos presenta como homenaje la conexión que tiene con su tierra y
su historia. El paisaje, el patio caribeño y latino, las sillas
plásticas que invitaban a pasar el rato, ahora vacías. Eso que al
parecer estamos perdiendo. No son las fotos: son los momentos, las
conversaciones, las fiestas, los bailes, los cantos, la idea de
comunidad.
Para su
declaración artística y de orgullo, Bad Bunny no elige una época, sino
todas. Homenajea a los ritmos caribeños folclóricos, clásicos, y a los
actuales (5 reggaetones, 1 dembow, 1 house), casi que intercalándolos y
haciendo amalgamas entre medio, con una producción increíble que
hace sentir todo en sintonía: cajas de ritmo, efectos, sintetizadores,
cuerdas y percusiones tradicionales, bronces, pianos. En la voz: no deja
su timbre y tono característicos, aunque se permite jugar un poco más y,
claro, acompañarse de coros caribeños que suenan hermosos. En las letras: mucho juego, buenas referencias y grandes barras; breakup,
despecho y jactancia como siempre, y harta nostalgia. Pero en ese
recuerdo de lo perdido no está solo lo romántico, también le habla a sus
seres queridos y a su país, e incluso en las canciones de amor hay
metáforas, referencias o dobles lecturas a temáticas sociales (BOKeTE, TURiSTA).
El tracklist parece ir contando una historia: partimos en NUEVAYoL,
Estados Unidos (país en el que estuvo en los últimos años), con un
sample de salsa y luego un dembow ardiente. En la siguiente canción
invita a su pareja (y a nosotros) a PR con un reggaetón clásico, y en la
tercera ya estamos instalados en el Caribe bailando salsa. De ahí en
adelante nos saca a dar una WELTiTA por la playa con una fusión latina pop, y nos seguimos moviendo entre buenos reggaetones (voy cazando y muero perreando; VeLDÁ samplea a Bien Loco?; qué final el de KETU TeCRÉ),
un house y sorpresivas plenas, bombas, bolero y jíbaro, como
presentándonos la isla y avanzando cada vez con más introspección. En
la mitad hay una pausa: BOKeTE, una pieza más ambiental que anuncia la bachata desde esa melodía en loop hasta que finalmente aparece la percusión. EoO
es un recuerdo al reggaetón viejo-viejo, previo al 2003, con sonidos
electrónicos de esos tiempos y esas melodías medio disonantes que hacían
Tito El Bambino y otros. Genial.
Los puntos altos son muchos. Destaco las 2 salsas, una romántica y una dura, y la canción que da título al álbum. BAILE INoLVIDABLE
es la primera de estas, con un coro precioso en melodía y letra, que
combina la mejor salsa clásica con los fraseos de Benito y hasta un solo
de piano. LA MuDANZA cierra el álbum con una declamación
autobiográfica que introduce a esta salsa dura, durísima, brutal y
rapeada, con preguntas y respuestas entre instrumentos y coro que son el
mejor final que podría haber tenido el disco. DtMF es una joya: inicia con la vibra de Callaita, pero acá el reggaetón es reemplazado por un suave ritmo dancehall-plena. En la letra está el motivo de todo el proyecto (debí darte más besos y abrazos las veces que pude), la melodía es tan linda como hipnótica y cierra con una fiesta y un juego de voces catártico. También está LO QUE LE PASÓ A HAWAii, la más política y que puede terminar siendo un himno, con una muy buena construcción musical y clímax.
Este
disco es varias cosas: un disco para bailar y emocionarse, como los
mejores; una invitación a conversar y abrazarse entre generaciones; el
proyecto más personal y maduro de un artista top mundial y
rompe-records; el pivote artístico en una carrera a la que, siendo ya
muy larga (sexto álbum!), le queda mucho rato; su mejor álbum y, tal
vez, un disco histórico. Ahora sí que Bad Bunny seguirá haciendo lo que
le de la gana y le apasione. Tiene una mente llena de buenas ideas, se
rodea de los mejores talentos de la escena y ha demostrado tomar
buenísimas decisiones. Estoy seguro de que en algunas décadas más
miraremos hacia atrás y veremos todo esto diciendo: wau, increíble todo
lo que hizo Bad Bunny, el conejo malo, ese al que un día miramos como un
fenómeno extraño o una moda del momento. Y ahora, el artista más grande
del momento demostrando el porqué.
sábado, 28 de enero de 2023
domingo, 13 de noviembre de 2022
Una niña triste - Margaret Atwood (traducción)
sábado, 12 de noviembre de 2022
Mañana en la casa quemada - Margaret Atwood (traducción)
En la casa quemada estoy tomando desayuno.
Tú entiendes: no hay casa, no hay desayuno,
sin embargo aquí estoy.
La cuchara que se derritió raspa contra
el tazón que también se derritió.
Nadie hay alrededor.
Dónde se han ido, hermano y hermana,
madre y padre? A lo largo de la orilla,
tal vez. Sus prendas están aún en los colgadores,
sus platos apilados junto al lavaplatos,
que está al lado de la cocina a leña,
con su rejilla y su tetera tiznada,
cada detalle claro,
jarro de lata, espejo ondulado,
El día está brillante y sin música,
el lago es azul, el bosque atento.
En el este un banco de nubes
se eleva en silencio como un pan negro.
Puedo ver los espirales en el hule,
puedo ver los defectos en el vidrio,
esos destellos donde el sol les pega.
No puedo ver mis propios brazos y piernas
o saber si esto es una trampa o una bendición,
encontrándome de nuevo aquí, donde todo
en esta casa hace tiempo ha acabado,
tetera y espejo, cuchara y tazón,
incluso mi propio cuerpo,
incluso el cuerpo que tuve entonces,
incluso el cuerpo que tengo ahora
mientras me siento en esta mesa matutina, sola y feliz,
pies descalzos de niño sobre las tablas chamuscadas
(casi puedo ver)
en mis prendas ardiendo, los delgados pantalones verdes
y la sucia polera amarilla
sosteniendo mi inexistente, llena de cenizas,
radiante carne. Incandescente.
jueves, 22 de septiembre de 2022
Hacia otra brisa nocturna
traigo mi cuerpo hecho un cuesco de hilos
solo queda la lluvia
en que caes tersa
sobre mis hombros
-tras este espejo empañado
estoy desnudo de máscaras-
llevo mi muerte adentro la huelo
como un latido de flor blanca
ahogada de brisas, mis hombros caídos
un segundo a la vez, y entonces
cuando llegado el momento
ante aquel vidrio empapado de negro
me encuentre mudo e inerte
cuando los ruidos blancos discurran
por las paredes de piedra
sonreiré, tal vez
en mi último gesto
sonreiré, espero
de veras lo espero
con calma y ternura
un pulmón a la vez
en cada aliento resiste
la carne, el sueño, la lluvia
la sangre de ciervo apacible
la espalda erigida, los ojos cerrados
el cuesco de hilos, tantas veces resuelto
y vuelto a enredar
acomodo las tablas y el polvo
pausa en el rellano
en el paso siguiente, recuerdo
la herida por fin abarcada
la casa por fin encallada
sus sillas en orden
ventanas en cauce
hacia otra brisa nocturna
al borde de todo, de nada, del duelo
santo y fatal de mi muerte
de la lluvia que cae, tersa
sobre mis hombros
sobre esta piel tallada
que solo entonces
sonreirá, en el último gesto
lunes, 12 de septiembre de 2022
Noticia
martes, 30 de agosto de 2022
domingo, 7 de agosto de 2022
Tiro libre
Hola, Sr. Mouat.
domingo, 20 de diciembre de 2020
Textos predictivos
2. Mentiría si dijera que de vez en cuando las puertas abren telas de sabores diferentes. Nunca fue así.
3. Incendio a las tres de la tarde tras un encuentro con los poetas macabros.
9. Cesarán los ánimos de seguir esta empresa.
10. Las hojas reposan sobre el espacio antes cubierto por el ruido.
lunes, 24 de agosto de 2020
Amalditado
Hoy he resuelto reemplazar esa frase pretenciosa y rimbombante que completaba el link de este blog por una palabra solitaria. Esa palabra se la escuché a un hombre de bigote grueso que, sentado frente a su médico, la usó para describir alguna parte de su condición. Quizás era el dolor el amalditado, o quizás el sol de esas tardes en que solían aparecer sus episodios. El sol que se pone amalditado en la tarde, pudo haber dicho, o bien es un dolor tan amalditado éste que me viene a veces. Ya no lo recuerdo bien. Sí recuerdo mi impresión al escucharlo y mi mirada perdida en la escena, intentando esconder mi desatención mientras anotaba amalditado en mi celular. Ahí quedó la palabra, dando vueltas en la pantalla y en mi cabeza, jugando a adivinarle un significado. Y ahora resurge, para resumir lo que es, en parte, este blog. Un cariño por las palabras, las de carne y las de papel. Un cariño que es más escuchar que leer, más jugar que escribir.
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Me gustan las palabras nuevas - las palabras nuevas para uno, que, de hecho, suelen tener más años de lo que el arbol genealógico propio es capaz de ofrecer. ¿Cuántas palabras andan por ahí flotando sin que nadie las atrape? Me gusta atraparlas, atesorarlas, disfrutarlas. Ligüete, por ejemplo, acaso la diéresis más linda que haya escuchado.
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Amalditarse
1. Depravarse. Pervertirse.
Ej: …algunos bellacos amalditados […] no estaban teniendo ningún escrúpulo…
2. Blasonar uno de ser peor de lo que realmente es.
Amalditado
1. Que da la impresión de ser feroz.
2. Maldito, condenado o castigado de una manera azarosa o lamentable
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Ligüete
1. Entrometido, imprudente
Ej: ¿Qué haré con las palabras atrapadas? A lo más, jugar. Pa qué tan ligüete
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Todo está un poco
Amalditado
El dolor, nosotros,
El sol
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El Amalditado, corrido de Los Madrugadores (entre 1940 y 1950)
(http://frontera.library.ucla.edu/recordings/el-amalditado)
Yo soy ranchero
Me gusta el trago
Nací valiente
Y amalditado
Fuente: https://www.definiciones-de.com/Definicion/de/amalditarse.php © Definiciones-de.com
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lunes, 20 de enero de 2020
El arte de la presión social - Kendrick Lamar (Traducción libre)
Ven y reventémonos la cabeza
[sirenas policiales]